Arrastrame al Infierno

Parecía que en los últimos años las únicas películas de miedo que merecía la pena ver eran las japonesas. Salvo algún que otro intento mas cercano al gore mal hecho, y alguna honrosa excepción que juega mas con el suspense, la cartelera estaba a reventar de pelis japonesas que a mi personalmente no me atraen nada. Cosa de la que culpo a “Tetsuo”, si me pongo en plan analítico.

Koepp me engancho con El Ultimo Escalón, que no me importa revisitarar continuamente, y Zemeckis de algún modo lo consiguió con “Lo que la verdad esconde”, aunque eso lo atribuyo mas a mi experiencia en el cine viendo esa película acompañado por una presa fácil del susto que me hizo meterme mucho en la película Pero aparte de estas dos, no recuerdo ninguna película de miedo que me haya hecho pasarlo tan bien como esta en mucho tiempo.

Drag me to Hell es el regreso de Sam Raimi a sus orígenes, a tratar de transmitir las sensaciones que impregnaban sus inicios, aquella Posesión Infernal que incluso en una televisión de veinte pulgadas logro ponerme los pelos de punta cuando la vi hace ya casi una eternidad. Y ni siquiera los años trabajando a sus anchas en el mainstream americano han logrado quitarle algo de esa irreverencia que en algunos momentos se deja entrever en esta cinta.

Tengo que reconocer que durante un momento me sentí un poco decepcionado hacia el final, pero se me paso muy rápido. Porque ya era hora de que una película de miedo acabara con un final a su altura.

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